Miguel Ricaurte

A ver si pasamos agosto

Miguel Ricaurte Economista jefe Banco Itaú

Por: Miguel Ricaurte | Publicado: Martes 3 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Partió septiembre y la primavera se siente en el aire. Las cifras de actividad doméstica serán mejores en la segunda mitad del año; de hecho, el IMACEC de julio crecería cerca 3,5%. El gobierno logra que el proyecto tributario avance en el Congreso. La confianza empresarial de agosto mostró la primera mejora (en 12 meses) en lo que va del año, algo que algunos le atribuyen al acuerdo legislativo, aunque no podemos olvidar que el índice minero sigue siendo lo que sostiene al IMCE por sobre el umbral neutral.

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Pero también es un hecho que la disputa comercial entre Estados Unidos y China está lejos de tener una resolución definitiva. Los mercados le asignan una probabilidad creciente a un escenario recesivo conforme las dos partes miden fuerzas. Y es que, aparte de China, Europa y el mundo emergente están sintiendo los efectos del conflicto.

Para una economía pequeña y abierta como Chile, el mal desempeño de la actividad durante la primera mitad del año se debió a algunos factores domésticos coyunturales (climáticos y laborales) y al deterioro del escenario internacional. Las cifras de comercio de Chile están reflejando los efectos de la disputa comercial. Las alzas de aranceles tuvieron como primera víctima al cobre y afectaron su precio, tal que las exportaciones mineras entre enero y julio han caído más de 9%, aunque habían crecido 7,3% en 2018. Conforme el mundo se desacelera, las exportaciones agropecuarias cayeron 2% en los primeros siete meses del año, tras haber aumentado casi 12% el año pasado. Por la misma razón, las exportaciones industriales se contrajeron 4,1% en el mismo período (crecieron 12,3% en 2018). Con todo, las exportaciones totales, que al cierre del año pasado representaban más de un cuarto del producto interno bruto, han caído más de un 6%.

Con menor actividad tanto externa como doméstica, la industria demanda menos insumos y no expande su capacidad productiva. Las importaciones de bienes intermedios (insumos, excluyendo combustibles) han caído 1,6% en lo que va del año (+16,8% en 2018). Mientras tanto, las importaciones de bienes de capital, que crecieron 12,5% en 2018, cuando la inversión repuntó, han desacelerado hasta 1,5% en los primeros siete meses del año —y hasta 0,3%, si miramos equipos de transporte—, conforme se modera la inversión en maquinaria y equipos. Además, un consumo doméstico débil lleva a las empresas del sector a ajustar inventarios, reduciendo importaciones de bienes de consumo en 6,6% en lo que va del año (+8,9% en 2018), lideradas por la caída en bienes durables (-11,6%). Con todo, el superávit comercial se reduciría a cerca de la mitad de los US$ 4,7 mil millones registrados en 2018.

Las cifras de comercio internacional anticipan que la inversión y el consumo serán débiles este año. Por ello, las autoridades buscan sortear el complejo escenario económico. Se han anunciado casi US$ 3 mil millones de apoyo fiscal a la inversión, casi todo consistente en un adelantamiento del gasto previamente comprometido. Adicionalmente, las cifras de empleo del INE al trimestre terminado en julio muestran que el Fisco es quien sostiene la creación de empleo formal. Complementariamente, el Banco Central se encuentra en medio de un ciclo de expansión del estímulo monetario, con la expectativa de un recorte de tasas en la reunión de septiembre.

Para pasar agosto con éxito este año, las medidas de apoyo fiscal y monetario necesitan ser acompañadas por una mejora duradera en el entorno internacional.

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